domingo, 31 de mayo de 2009

Compensación

Dado que, una vez más, la crítica de este semana llega con retraso (estoy ocupado con asuntos roleros diversos: sarna con gusto no pica, yatusábeh), os dejo matando el tiempo con algo que LittleKuriboh cocinó antes de tomarse un descansito de unas semanas: una crítica de X-Men Orígenes: Lobezno que suma bastante aproximadamente mi opinión sobre este filme tras verlo hace unas semanas junto a Doña Pitu.

Lo mejor, la comparación entre Pseudo-Masacre y Baraka del Mortal Kombat. A otros posiblemente les moleste la cuchillada final que le pega a Dollhouse y a Joss Whedon, y no sin razón, pero el resto del vídeo vale la pena.

domingo, 24 de mayo de 2009

Wanted: ¿Qué has hecho con tu vida últimamente?

Paso el ecuador de mayo con la esperanza de conseguir no uno, sino dos grupos para jugar al rol (a ver de dónde saco tiempo para crearles historias), y con una película que últimamente tenía ganas de despachar: la adaptación de un cómic del enfant terrible y grandísimo gilipollas Mark Millar, dirigida por el magnífico chalado ruso que nos dio Guardianes de la noche, Timur Bekmambetov.

Cuando acabaron con los héroes

Y con una habilidad sobrehumana para disparar justo en la trayectoria de la bala, por supuesto.

¿Cómo paras una bala? Con otra bala, desde luego.

Siendo pequeño, Mark Millar escuchó de su hermano mayor una fascinante historia: los superhéroes habían existido en el mundo real en otro tiempo, pero los supervillanos habían acabado por vencerles y borrarles del mapa, convirtiendo el mundo en la mierda que es en la actualidad. Cuando creció y se convirtió en guionista de cómics, Millar tiró de esa idea, mezclándola con un pitch que había ofrecido a DC sobre la Secret Society of Supervillains, para crear junto al dibujante J.G. Jones la novela gráfica Wanted.

El cómic contaba la historia de Wesley Gibson, un apocado perdedor, atrapado en un trabajo aburrido, tiranizado por una jefa abusiva y emparejado con una mujer que no hace más que ponerle los cuernos… hasta que un día una extraña mujer le revela que es el descendiente de El Asesino, un supervillano integrante de una secreta cábala conocida como La Fraternidad, que acabó hace años con todos los superhéroes y ahora domina el mundo desde las sombras. Escéptico al principio, el protagonista acaba por asumir el legado de su padre, convirtiéndose progresivamente en un monstruo depravado y teniendo que enfrentarse a un miembro de la Fraternidad aún peor que él cuando éste decide hacerse con el control del grupo para dominar el planeta a cara descubierta. Wanted lograba ser, al mismo tiempo, una acertada deconstrucción de la figura del supervillano (que si es tan admirada por adolescentes malotes, sugiere Millar, es precisamente porque no son más que adolescentes malotes con superpoderes y sin un padre que les inculque un sentido de la moralidad), y una muestra de desprecio hacia su audiencia, hasta el punto de que el epílogo de la historia consistía en un sermón de Wesley sobre lo patéticos que somos los frikis que leemos cómics.

Visto que, años después, Millar dijo que los que jugamos a videojuegos somos unos pederastas y luego publicó unas disculpas tan sinceras como una declaración de inocencia del repulsivo Carlos Fabra, el final ya no me sorprende ni me cabrea tanto como antes. Simple y llanamente, el tío es un perfecto gilipollas.

El caso es que la historia atrajo el interés de Hollywood, pero había un pequeño problema: filmarla tal y como salía en las páginas originales, con un porrón de supervillanos disfrazados y con parodias tan excesivas como un Clayface hecho de mierda, un Ventrílocuo cuya personalidad malvada está en su pene y muchas más ideas delirantes (que de seguro le parecieron a Millar mucho más ingeniosas de lo que resultaron ser en la práctica), era imposible. Así que lo que hicieron fue coger la idea básica, dejarla en manos de tres guionistas (Michael Brandt, Derek Haas y Chris Morgan), reclutar para dirigirla al émulo ruso de los Wachowski y bastardizar la historia hasta convertirla en una especie de Matrix con decenas de tipos con los poderes del Asesino.

¿Y sabéis que? Que, contra todo pronóstico, les salió superior al original.

Cada día es el mismo… pero eso va a cambiar ahora

Por eso me va de perilla usar un telescopio en lugar de una mira normal.

Me llamo Wesley. Mis hobbies son la astronomía y disparar a capullos a larga distancia.

Olvidad el estúpido prólogo escrito que abre la película, y que apesta claramente a añadido de última hora de los productores con miedo a que el espectador no entendiera la sencilla explicación de los orígenes de la Fraternidad una vez esta entra en escena: para lo que nos interesa, nuestra historia comienza con Wesley Gibson (James McAvoy), un pusilánime gestor de cuentas cuya vida da migraña de lo patética que es. Su jefa compensa los complejos e inseguridades derivados de su sobrepeso abusando psicológicamente de él, su novia le pone los cuernos descaradamente con su supuesto mejor amigo (y compañero de trabajo), y sufre constantes ataques de angustia que tiene que calmar tomándose ansiolíticos. ¿Puede tener algo que ver con la marcha de su padre del hogar familiar cuando Wesley tenía tan sólo siete días?

Pues no lo sé, pero el mismo día que conocemos a Wesley ocurre algo que tiene más que ver con él de lo que nadie sospecha: el complejo asesinato de un hombre de negocios que resulta tener una fuerza y velocidad sobrenaturales. Un grupo de francotiradores intenta apiolarle mientras está en su oficina, logrando sólo que el tipo salte a la azotea desde donde le atacan y acabe con todos ellos… para ser a su vez eliminado, previa conversación telefónica de despedida (y mofa), por Cross (Thomas Kretschmann, el villano de El arte de matar y Blade II), otro superhombre capaz de disparar a alguien desde la otra punta de la ciudad usando un telescopio como mirilla.

Las consecuencias de este suceso alcanzan a Wesley mientras compra sus píldoras en su farmacia habitual. Allí recibe la visita de Fox (Angelina Jolie), quien le informa de que su padre (el superhombre con traje de negocios al que Cross eliminó) ha muerto, y de que él es heredero de su legado, además de salvarle de las atenciones de su asesino en una infartante persecución a través de un supermercado y por las calles de la ciudad… durante la cual Wesley no hace otra cosa que chillar de terror cada cinco segundos.

Pero eso no es nada comparado con lo que le pasa al llegar al misterioso escondite de Fox. Allí conoce al líder de la Fraternidad, Sloan (Morgan Freeman), quien le explica que sus ataques de ansiedad eran un signo subconsciente de sus habilidades especiales. Cuando Wesley no le cree, Sloan le entrega la pistola que perteneció a su padre y le ordena que vuele las alas a una mosca; nuestro (anti)héroe reacciona con lógica incredulidad ante esta disparatada petición hasta que otro de los integrantes del grupo, el Armero (Common, rapero ya visto en Ases calientes y al que pronto volveremos a ver en Terminator:Salvation), le pone una pistola en la cabeza y le da tres segundos para realizar la imposible hazaña o morir con sus sesos desparramados. A nadie excepto al propio Wesley le sorprende que acabe siendo capaz de hacerlo (más que nada porque, de lo contrario, tendríamos una peli muy corta, pero esa es otra historia), y Sloan deja irse al aterrorizado joven, indicándole que la decisión final de entrar o no en la Fraternidad y vengar a su padre está ahora en sus manos.

Hacer palabras con partes del cuerpo del adversario puntúa el triple

Scrabble Extremo: el nuevo juego de moda en EE. UU.

Cuando se despierta a la mañana siguiente en su hogar, Wesley rechaza lo ocurrido anoche como una simple pesadilla… hasta que descubre que todavía tiene un pequeño recuerdo: la pistola de su padre. Aterrado, la oculta en la cisterna de su WC y se marcha a trabajar, pero no puede concentrarse en sus tareas, y en lugar de eso empieza a buscar información sobre el tiroteo en el que murió su padre. En esas está cuando su jefa decide martirizarle un poco más… y Wesley estalle en la que es una de mis escenas favoritas de la película, echándole un sermón a la muy desgraciada y remodelando la cara de su traicionero amigo con un teclado. la decisión está tomada: Wesley se une a la Fraternidad, y al diablo con todo.

Y a partir de ahí, a nuestro (anti)héroe le toca aprender la historia de esta hermandad, fundada hace 1.000 años por unos tejedores que descubrieron un curioso artefacto, el Telar del Destino, que les enviaba mensajes en binario con órdenes del Destino sobre tipos malos a los que matar para proteger a toda la Humanidad (es mejor de lo que parece escrito así, lo juro); también le toca someterse a un maravilloso entrenamiento que incluye terapeúticas palizas a manos del Mecánico (Marc Warren) para acostumbrarse al dolor, entrenamiento de pelea a cuchillos con el Carnicero (Dato Bakhtadze), prácticas de tiro para aprender a disparar en trayectoria curva (cosa de usar el instinto, le dice Sloan a Wesley) y muchas más diversiones, culminando en un baño de cera y aguas curativas supervisado por el Exterminador (Konstantin Khabensky, el prota de Guardianes de la noche y Guardianes del día). Y si puede resistir lo suficiente este sano régimen de sufrimiento, tal vez llegue a ser un asesino de pleno derecho, y a vivir las suficientes misiones para enfrentarse a Cross y vengar a su padre.

¿A nadie le da la sensación de que alguien está ocultando datos a Wesley?

Tomando el control de tu propia vida

Por cieeelos e maaaares... con un pistolóooooooon...

E a tiiiiiii… io crujiréeeeeeeee…

No nos engañemos: el principal motivo para ver Wanted es gozarla bien gozada con las espectaculares escenas de acción que Timur Bekmambetov idea y sus compatriotas encargados de los efectos especiales realizan. Y la película no decepciona en ese aspecto: desde el asesinato que perpetra Cross al principio hasta el enfrentamiento final de Wesley contra el villano, todas las escenas de este tipo son un espectáculo de coches haciendo acrobacias, balas chocando unas contra otras, ralentizaciones de la acción que la hacen más épica si cabe y buen espectáculo en general; mención especial para la pelea definitiva entre Wesley y Cross, que incluye una emocionante lucha al borde de un precipicio en un tren descarrilado y, poco antes de eso, una memorable aproximación por parte de Fox al problema de aparcar el coche en un tren en movimiento.

Pero si Wanted sólo fuera una buena imitación de Matrix en sus escenas de acción, no cabe duda de que la película sería altamente apedreable: salvo algunas escenas del principio y la premisa inicial, todo ha sido cambiado respecto  al cómic original. La Fraternidad ha pasado a ser un grupo moralmente ambiguo de asesinos, Wesley es un antihéroe que evita siempre que puede los daños colaterales y tiene dudas sobre la moralidad de sus actos, y el sentido del final de la historia es diametralmente opuesto. ¿Por qué me gustó entonces?

Pues no sé… Oh, tal vez sea porque los aspectos que la adaptación cinematográfica cambia son, más o menos, los mismos por los que yo le destrozaría la tráquea con un bate de béisbol a Mark Millar, o los que convertirían el posible filme en un bodrio/pozo sin fondo de dinero infilmable. Si quitar todo el trasfondo supervillanesco abarata y quita potencial de ridículo al resultado final, los cambios referentes al protagonista le dan a la historia un hálito de humanidad que le hacía falta desesperadamente.

Venga, Renfe, ¡A VER CÓMO ME LO IMPIDES AHORA!

Yo dije que subía con mi coche en el tren, y voy a hacerlo.

El Wesley del cómic, citando palabras de uno de mis compañeros de piso, es un tío especialmente despreciable: una víctima de matones que, al descubrir que tiene poder, se convierte en el peor de ellos. O como yo digo, un tipo que parte de una mediocridad patética para alcanzar las más altas cotas de inmundicia moral. El de la película, sin embargo, es alguien que logra crecer de verdad como persona, aprovechando las lecciones que recibe de sus crueles mentores en la Fraternidad para despojarse de los miedos que le atenazaban y convertirse en el capitán del navío de su vida. y no sólo eso: si su versión comiquera dedicaba el epílogo a insultar a la audiencia que da de comer al imbécil de su creador, el Wesley fílmico les da un capón para decirles: “Eh, capullo, si un pringado como yo ha podido sobreponerse a sus miedos y recuperar el control de su vida, ¿A QUÉ COÑO ESPERAS TÚ PARA HACERLO?”

O lo que es lo mismo: Wanted es una típica, pero entrañable, historia de superación personal a través del aprendizaje de las artes del combate. Es como Dragon Ball o Naruto pero con pistolas. Es, en suma, más fiel al espíritu de Dragon Ball que su propia adaptación cinematográfica. Y no, nunca me cansaré de hacer chistes con ese engendro del celuloide.

James McAvoy logra estar muy adecuado y creíble como el oficinista apocado que Wesley es al principio y como el decidido (anti)héroe de acción en el que acaba convirtiéndose, y Angelina Jolie y Morgan Freeman le secundan bien como sus maestros. En cuanto a los demás, decir que Konstantin Khabensky resulta entrañablemente lunático en su papel de curandero de profesión y cazarratas de hobby, y Thomas Kretschmann cumple como el enigmático Cross.

De modo que, si os sentís decaídos una tarde ociosa, y queréis ver una peli palomitera que de paso os recuerde que vosotros podéis hacer frente a los capullos y abusones que os rodean, esta os puede servir muy bien. Y si el cómic original os irritó como a mí, sin duda os quitará ese regusto amargo.

Hay que añadir que en la peli se nota aún más la influencia de El club de la lucha en esta historia.

domingo, 10 de mayo de 2009

Hitman – Nombre en clave 47: del asesinato a sueldo como una de las Bellas Artes

¡Menuda semana estoy terminando hoy, bienamados lectores! Aprovechando un par de días libres a los que tenía derecho por haber trabajado hace dos fines de semana, me fui al I Encuentro de Sagas Fantásticas, organizado por la Universidad de Badajoz y con la colaboración de los chicos del Fénix. Tuve la oportunidad de escuchar algunos de los trucos del oficio de escribir de la mano de primeros espadas del género en nuestro país como Laura Gallego o Lucía González, o noveles como Javier Ruescas (quien, oh casualidad, es el webmaster de la página en español de Crepúsculo: ¡qué pequeño es el mundo :)); además conocí a unos cuantos ilustradores, como por ejemplo Enrique Jiménez Corominas (el que hace las cubiertas de Canción de hielo y fuego). En suma, toda una experiencia que (espero) me ayude a lanzarme a la arena literaria más en serio.

Pero lo primero es lo primero, que no os quiero dejar abandonados. Hoy os traigo el inicio de una saga que tiene menos de fantasía que de ciencia-ficción pulp, y menos de ciencia-ficción pulp que de thriller internacional. ¿Qué significa este acertijo malparido? Significa que hoy hablamos del asesino calvo más famoso de la historia del videojuego: el hombre conocido como 47. Pero antes, un poquito de especulación conspiranoica.

Por cierto, varias de las fotos de eta crítica pertenecen a GamersHell. El juego es un poco rebelde con el Fraps.

Del 13 al 47, o la ecuación del ejecutor

Está especialmente contraindicado en sicarios del crimen organizado que lo hacen en el mismo lugar por el que pasea un tipo calvo con un traje italiano.

Las autoridades sanitarias advierten: mear en la calle puede matar.

En 1969, el mangaka Takao Saito sorprendió a los lectores de Japón con un título dedicado a las siniestras aventuras de un enigmático y frío personaje: el asesino a sueldo Golgo 13, un hombre de hielo de pasado desconocido y capaz de eliminar a los objetivos más inalcanzables si la paga es lo bastante buena. Su aparente amoralidad se veía atemperada por el hecho de que sus objetivos solían ser criminales de alto standing, cuando no se trataba de monstruos irredimibles.

Pese a las dudas de Saito sobre la aceptación que tendría el personaje, este no tardó en convertirse en un favorito de los lectores adultos. El título, que todavía se publica, ha suscitado comparaciones con la obra de novelistas como John Le Carré o Frederick Forsyth, y es considerado como la obra maestra de su creador.

Por eso, cuando más de 30 años después de la primera aparición de este asesino en el papel, la joven compañía danesa Io Interactive sacó un primer título protagonizado por un enigmático y frío asesino calvo, capaz de eliminar a los objetivos más inalcanzables, estaba claro de dónde habían sacado su inspiración original. O mejor dicho, lo estaba para mí; en otros medios, incluyendo la Wikipedia, no es normal que alguien mencione este parecido.

Pero, como vais a ver en esta crítica, el parecido está ahí y es bastante obvio. De modo que montad ese rifle de francotirador y apuntad a nuestro objetivo, que vamos a disparar en breves instantes…

Cuatro hombres y un (aciago) destino

¿Matarles a todos de una patada giratoria? No creo que funcionara en mi caso.

Pensemos: ¿que haría el coronel Braddock en mi lugar?

Un hombre con la cabeza pelada al cero y un código de barras tatuado en ella (David Bateson) se levanta en medio de lo que parece una celda psiquiátrica. Instruido por una burlona voz que le habla desde unos altavoces, se enfunda un traje de ejecutivo negro y empieza a recorrer una serie de habitaciones, poniendo a prueba su agilidad y su talento en el manejo de las armas; talento que, por cierto, resulta ser extraordinario. El circuito termina con su huida de la instalación, gracias a las ropas que arrebata a un celador del lugar tras asesinarle a sangre fría. Está claro que el misterioso individuo, que por todo nombre utiliza el número 47 (el número en el que acaba el código de su cabeza), tiene un talento innato para eliminar a la gente mientras pasa desapercibido, a pesar de sus chocantes rasgos; también es obvio que el dueño de la misteriosa voz ha orquestado su huida del lugar, pero ¿con qué motivos?

Un año pasa entre este enigmático prólogo y la primera misión propiamente dicha de 47; un año en el que, de algún modo, el hombre calvo ha ingresado en la nómina de la Agencia Internacional de Contratación (International Contract Agency, o ICA), una entidad que ofrece a sus clientes los servicios de asesinos a sueldo por un módico precio. Nuestro reencuentro con 47 tiene lugar cuando afronta la primera de una serie de actuaciones en Hong Kong; su controladora, Diana Burnwood, le ha enviado allí para encargarse de la eliminación de Lee Hong, supremo señor de la Tríada del Dragón Rojo. Para acceder al inexpugnable refugio del jefe criminal, 47 tiene primero que realizar varios ataques contra objetivos menores de su tríada y de la del Loto Azul, con el fin de provocar una guerra entre ambas organizaciones, así como de la policía hongkonesa, para que esta retire su protección al líder del Dragón Rojo. El asesino calvo acaba por eliminar a Lee Hong en una complicada operación, durante la cual también tiene que arreglárselas para rescatar a un colaborador de la ICA, el agente Smith (adscrito a la CIA), y a una prostituta china, Lei Ling, que puede darle acceso a otro de sus objetivos: una estatuilla que representa el liderazgo del señor del crimen, y que su cliente le ha encomendado que robe como insulto adicional al difunto.

Los siguientes encargos de 47 le llevan a perseguir a gentuza que no le va a la zaga al jefazo triadero en cuanto a villanía y carrera criminal. El primero de ellos es Pablo Belisario Ochoa, un narco con un parecido más que sospechoso con Tony Montana que se oculta en medio de la selva colombiana; a este le siguen Franz Fuchs, un malévolo terrorista nazi que pretende gasear una reunión del G-7 en Budapest (y que tiene también un parecido sospechoso; en este caso, con un terrorista real), y Arkadij “Boris” Jegorov, un traficante de armas que se encuentra estacionado en Rotterdam con una bomba nuclear que ha conseguido adquirir hace muy poco.

El caso es que, a medida que va acabando con estas amenazas vivientes a la paz mundial, 47 va descubriendo (o no; depende en gran medida de lo vivo que sea el jugador a la hora de buscar entre sus pertenencias) que sus cuatro víctimas tienen algo más en común que el ser unos ejemplos de lo puto peor del ser humano. Los cuatro señores del crimen resultan haber compartido penalidades en la Legión Extranjera francesa allá por los años 50, y la correspondencia que todavía mantienen entre sí indica que comparten intereses en un misterioso proyecto que, de algún modo, tiene que ver con retrasar su envejecimiento. ¿Qué tiene que ver esto con los misteriosos orígenes de 47? ¿Acaso su huida del asilo fue el primer paso en un plan maquiavélico para eliminar a los miembros de esa conspiración? Y si es así, ¿quién es el hombre detrás de ese complot?

No está tan mal… pasa ser un primer intento

En lugar de eso, buscad a alguien que lo haga por vosotros. Ya veréis a qué me refiero cuando lleguéis a esa parte.

Pista gratis: no escaneéis aquí vuestro propio tarro.

Decíamos hace tiempo que el género de sigilo tal y como lo entendemos en la actualidad es muy deudor del ejemplo fijado por Thief, Metal Gear Solid y Tenchu. Lo que no dije era que dos años después aparecería otro título intentando hacer algo diferente: un sigilo basado en el disfraz más que en la ocultación en las sombras, y unas misiones diseñadas con el objetivo de eliminar a un individuo en concreto, fríamente y sin motivos personales. El veredicto: Io Interactive lo consiguió, pero sólo a medias.

Y es que, por un lado, la mecánica de los escenarios por los que se mueve 47 premia (al principio, por lo menos) el actuar con cuidado, planeando cada movimiento y favoreciendo el uso de herramientas de muerte silenciosas (la pistola silenciada, el cuchillo y la cuerda de piano son nuestros mejores amigos) sobre las más extravagantes (subfusiles, rifles AK 47, y hasta una gatling de mano), y estimulando el uso de las ropas de los guardias que rodean a nuestra futura víctima para acceder a las áreas restringidas y alcanzar así nuestros objetivos. Por supuesto, en no pocas misiones tenemos que hacer uso de armas tan clásicas de esta macabra profesión como el rifle de francotirador o la bomba-lapa.

El primer problema llega con la limitada IA de la que disponen los secuaces de los villanos a crujir. Sólo tienen dos posibles actitudes hacia nosotros, neutralidad u hostilidad, y a veces adoptan esta última actitud de manera repentina y sin motivo aparente. Por ejemplo: después de matar a Lee Hong con un rifle de francotirador, suelto el rifle, me cambio a un traje de miembro del Dragón Rojo y bajo al piso donde está el cadáver; ningún problema, hasta que me voy al lado contrario de la gran sala en la que se encuentra, momento en el cual los guardias empiezan a chillar que soy un intruso y me rocían de tiros. Os ahorraré la descripción de mis juramentos e imprecaciones a la máquina después de que pasara eso.

El segundo problema es bastante más serio. Veréis, pese a diseñar el juego con el sigilo en mente, hay algunas misiones que son imposibles de realizar si no masacramos a todo bicho viviente. La más flagrante en este pecado es la tercera misión de Colombia, seguida de cerca por la segunda misión de Rotterdam y la cuarta de Hong Kong. Estas misiones mezclan la tensión de tener que eliminar a un ejército de guardias sin provocar que su base entre en alerta o que nos eliminen, obligándonos a comenzar el proceso otra vez, con el tedio y la irritación de demorarnos en matar a tipos que no entraban en nuestro contrato.

Y si os estáis preguntando si no se puede matar un poquito, guardar la partida y matar otro poquito más… pues no, no se puede. Ese es el tercer, y más grave, problema. El juego guarda automáticamente al principio de cada nivel, pero no deja guardar en el transcurso del mismo. En algún  lugar de TV Tropes leí que los chicos del estudio desarrollador lo hicieron porque uno de sus testeadores le advirtió que el juego se pasaba muy rápido, y como hacer más niveles e integrarlos en la historia es más cansado que joder sin darse cuenta el juego… De verdad, alguien les debería haber advertido que lo único que lograban con eso era acabar con la paciencia de los jugadores, provocándoles un creciente deseo de desinstalar el juego y usar el disco para jugar al tiro al plato después de tirarse una hora abatiendo narcotraficantes colombianos por docenas y morir en el último instante mientras intentaban alcanzar el punto de extracción.

Los defectos del primer Hitman se hacen más evidentes si se le compara con los siguientes títulos de la saga, en los que la compañía supo aprender de esos graves errores y proporcionar una experiencia de juego más aproximada a su intención original. De hecho, la compañía rehízo casi todas las misiones de este juego en Hitman - Contracts, con resultados mucho mejores de lo que yo mismo imaginaba a priori.

La música bien merece un aparte. Los juegos de Io Interactive son famosos por tener su banda sonora compuesta por Jesper Kyd, un excelente músico que combina ambient, electrónica y clásica en piezas que alternan lo atmosférico y lo majestuoso. En Hitman – Codename 47 todavía no da muestras de hasta dónde puede llegar su talento, pero proporciona una buena banda sonora que encaja bien con la frialdad y el misterio del mundo criminal por el que se mueve 47.

Al final, no es que Hitman: Codename 47 sea un mal juego: es que tiene unos defectos demasiado serios como para estar a la altura de lo que sus creadores pretendían, y se ha visto muy superado por su segunda parte y las siguientes. Que no ha envejecido demasiado bien, vamos. Sólo se lo puedo recomendar a completistas de las aventuras del asesino calvo o a curiosos que se lo encuentren en una oferta de segunda mano o en la mula y no les importe el pequeño gasto de hacerlo suyo; si no pertenecéis a uno de esos grupos, mejor buscad los siguientes.

Y sí, los siguientes no tardarán en caer por aquí. Os lo garantizo.

domingo, 3 de mayo de 2009

Venganza: no sin mi hija, pero sí con vuestros cadáveres

Dado que todavía no me he conseguido terminar (por segunda vez) el Bully, esta semana toca hablar de cine por tercera vez consecutiva. Y pese a que ayer noche fui a ver con Doña Pitu y Don Herberwest la peli de Lobezno, la que voy a comentar hoy es una peli que ya había decidido hace días dejar caer por aquí. Se trata de Venganza, un drama de acción con los ingredientes que a mí me gustan: villanos absolutamente despreciables (tratantes de blancas), un (anti)héroe dispuesto a hacerles mucho daño, tiros y hostias a manos llenas, y un montón de drama sosteniendo todo el asunto.

Ea ea ea, un padre coraje que se cabrea

¿Te acuerdas del Final Fight? ¿Y de las hostias que daba Haggar a los secuestradores de su hija? Pues yo soy aún más peligroso, cacho cabrón.

Devuélveme a mi ninia o voy a ponerme contigo en plan Mike Haggar.

El drama de Bryan Mills (Liam Neeson) no es diferente al que muchos hombres sobrellevan en su vida cotidiana: su mujer, Lenore (Famke Janssen, la mismísima Fénix/Jean Grey de X-Men), se divorció de él porque estaba demasiado volcado en su trabajo en perjuicio de su vida familiar, y ella se quedó con la custodia de su hija Kim (Maggie Grace). Desde entonces Bryan, que besa el suelo por donde pisa su churumbela, se ha esforzado por mantener la relación, aunque eso es difícil cuando tiene que competir con el nuevo marido de su ex, Stuart (Xander Berlekey), un rico industrial que tiene un comportamiento impecable como padrastro afectuoso de la niña. Aún así, Bryan no se rinde, hasta el punto de haber abandonado su antiguo y lucrativo empleo para estar más cerca de Kim.

Una visita de sus antiguos colegas nos descubre que aquella ocupación era la de operativo de la CIA, uno de esos tipos que se dedica a crujir a personas y grupos “indeseables” para los intereses americanos. Y era de los mejores en tan desagradable menester, como demuestra al conseguir, gracias a sus amigos, un trabajo de una noche como guardaespaldas de la cantante Sheerah (Holly Valance): durante una estampida de fans, Bryan logra escoltar a la aterrorizada diva hasta su coche y despacha sin despeinarse a un maníaco con navaja que intenta atacarla por el camino. Tan impresionada queda la cantante que, sabedora del deseo de la hija de Bryan de dedicarse a esta profesión (del cual se había burlado antes del concierto), le ofrece su teléfono y el de su manager para ofrecerle una audición y tutelaje; el ex espía, loco de alegría, se muere de ganas de anunciarle esta maravillosa noticia a su hija y ¡qué coincidencia que ella quiera quedar con él mañana mismo!

Lástima que los motivos de Kim sean algo más que pasar un rato con su viejo: específicamente, quiere su autorización firmada para irse de viaje a París con su amiga Amanda (Katie Cassidy), en teoría para pasar un verano aprendiendo francés. Para un hombre de mundo (y de un mundo sórdido, diría yo) como Bryan Mills, esa noticia es todo un jarro de agua fría, ya que ha vivido lo suficiente para imaginarse mil peligros que pueden afectar a su hija si se aleja de su protectora vigilancia. Sólo el broncazo que le echa su ex por ser un paranoico (no sin razón, admitámoslo) acaba doblegando su cerrazón, y por poco se echa atrás al descubrir que su hija y Amanda van a dedicarse en realidad a seguir a U2 en su gira europea; además, impone a su hija las típicas condiciones que todo padrazo sobreprotector fija en caso de que sus vástagos se vayan de viaje, sobre todo en lo referido a llamadas para decir “estoy bien”, y le da un teléfono móvil a tal efecto. A lo mejor el señor Mills se está pasando con el rollo de padre sobreprotector, ¿no creéis?

O si no, a lo mejor te caes por el hueco de un ascensor. Con mi ayuda.

Y si alguien te pregunta, les dices que te caíste por la escalera, ¿entendido?

Pues los temores de Bryan no tardan en hacerse realidad cuando Kim y Amanda, recién llegadas a París, traban conversación con Peter (Nicolas Giraud), un joven francés con el que comparten taxi y hablan un poco de por qué están en la Ciudad de la Luz, dónde se van a alojar y demás detalles. ¿Alguna vez os han dado el consejo de que no contéis cosas personales a gente a la que acabáis de conocer? Es para evitar que gente como Peter logre sonsacaros vuestras vulnerabilidades mediante ingeniería social (en este caso, la soledad de las dos muchachas) e informe a sus asociados de cómo aprovecharse de las mismas.

Por una afortunada coincidencia, el horror para las dos muchachas se desata en el mismo momento en que Kim atiende una llamada de su padre, ansioso porque ella no le llamó nada más aterrizar como había prometido. Mientras ella habla con Bryan en un ala de la casa opuesta al salón, presencia cómo un grupo de hombres entra en el lugar y secuestra a Amanda. Pese al terror de ambos, Bryan logra mantener la suficiente sangre fría como para conectar su teléfono a un equipo de grabación y dirigir a su hija a ocultarse en uno de los dormitorios el tiempo suficiente como para obtener detalles que pueden ser cruciales sobre sus futuros captores (por ejemplo, que hablan en albanés); y cuando por fin se la llevan y uno de ellos coge el teléfono para escuchar, Bryan le suelta una advertencia destinada a convertirse en un clásico de los guiones de cine de acción y de las citas de cualquier friki de este género:

No sé quién es usted… ni sé lo que quiere. Si espera cobrar un rescate, le aviso de que no tengo dinero. Pero lo que sí tengo es una serie de habilidades concretas: habilidades que he adquirido en mi vida profesional, habilidades que pueden ser una pesadilla para gente como usted. Si suelta a mi hija ahora mismo, todo quedará zanjado: no le buscaré, ni le perseguiré. Pero si no lo hace, le buscaré, le encontraré… y le mataré”.

Buena suerte”, le dice su interlocutor por toda respuesta. Lo cual, bien mirado, no deja de tener su gracia: con esas palabras, el secuestrador acaba de garantizarse la peor suerte posible del planeta; porque Bryan Mills es un padrazo ejemplar, un ex operativo de la CIA y un hombre que cumple sus promesas, y por tanto tiene al menos tres cosas en común con Jack Bauer

Marchando una sobredosis de karma

Pues o me dices qué has hecho con mi hija, o te pongo a tubgirl. Y de postre, la peli porno de Carmen de Mairena, que es p... pero su c... lo disfruta.

Vaya, veo que no te gusta 2girls1cup, ¿eh?

Desde que tengo conocimiento sobre el tema, los criminales que se dedican a la trata de blancas ocupan en mi mente la misma parcela que los violadores, los pederastas y la escoria humana que provocó el Holocausto. A mis ojos, de humanos tiene la forma y las características físicas, pero no deberían ser considerados más humanos que el virus del Ébola, y no deberían ser tratados de un a manera distinta a como tratamos dicho patógeno. Desde este punto de vista, ¿os extraña que Venganza me encante?

Claro que ahí tiene más la culpa el guión, escrito entre Luc Besson (lo mejor que le ha pasado nunca al cine comercial francés es que este hombre se convirtiera en productor) y Robert Mark Kamen (guionista de Arma Letal 3, la saga de Karate Kid, El Quinto Elemento y Transporter), que sin ser un prodigio de originalidad logra mantener la acción y la intriga en buen equilibrio, sin que en un solo momento dejemos de sentir la tensión por las situaciones que pasan los protagonistas: el secuestro de Kim y Amanda y la visita de Bryan a los mafiosos albaneses son un excelente ejemplo de esto. Además, tiene algún que otro toque de humor negro, como el descacharrante final que sufre Peter cuando intenta huir de Bryan.

La otra pata en la que se sustenta la película es la interpretación de Liam Neeson. Yo no le asociaba demasiado con un héroe de acción (pese a papeles como el del protagonista de Darkman, el del maestro Qui-Gon Jin en La amenaza fantasma o el del revolucionario irlandés Michael Collins), pero el caso es que el actor pega bien como padre atribulado que, por ironías de la vida, también es un frío y cruel asesino entrenado por el Gobierno.

Claro que, ante un héroe que viene a ser el primo hermano irlandés de Jack Bauer (la trama es muy 24), el elenco de villanos a los que masacra e interroga en el curso de su búsqueda queda un poco deslucido por comparación. Casi ninguno tiene el privilegio de un nombre, y ninguno dura demasiado una vez Bryan Mills se les echa encima. En cierto modo, la película parece tratarlos como obstáculos, más que como (despreciables) seres humanos, lo que le quita algo de impacto a la lucha del protagonista contra ellos. Tampoco es que me haga mucha gracia que sólo unos pocos sean de Europa Occidental, pero supongo que las mafias de la trata de blancas tiene un panorama étnico similar y que yo estoy viendo racismo encubierto donde no lo hay.

También es un poco incómodo darse cuenta de que, en su lucha por buscar a Kim, Bryan está dispuesto a hacer cosas realmente horribles, y que la película no parece decir nada en contra de alguno de los extremos que alcanzan sus acciones. Y no, no lo digo por el destino que inflige al mafioso al que le hizo la advertencia telefónica: he de confesar, para vergüenza mía, que durante esa brutal escena yo estaba dando botes en mi silla y soltando risitas como una hiena de tripi, por las razones que he indicado en el primer párrafo de esta sección. Lo digo más bien por (¡SPOILER!) cierto momento posterior de la película, en el que hiere a un familiar inocente de uno de los villanos para dejarle claro que no se detendrá ante nada. Por lo menos, hace que el epílogo de color de rosa que cierra el filme chirríe cosa mala con el resto del metraje, y que a mí, personalmente, me sobre.

Pero tampoco me importa tanto esto, ni el hecho de que la búsqueda del héroe tienda a depender de alguna que otra coincidencia afortunada, porque Venganza tiene la clase de ingredientes que me satisfacen: toquecitos de investigación a lo CSI (la visita de Bryan a la casa de Amanda parece sacada de uno de sus capítulos), acción táctica de espionaje (seguid el enlace y entenderéis por qué lo digo así), persecuciones en coche, una gran traca final de tiros como cierre de la película, y un héroe que es capaz de salvar a su hija sin prácticamente ayuda externa. De hecho (¡SPOILER OTRA VEZ!) hay una escena hacia el final en la que Bryan es capturado y está a punto de ser ejecutado. En otras películas, sólo una intervención de un aliado salvaría al protagonista; aquí, Bryan logra salvar su vida y eliminar a todos los secuaces y a su jefe. Vamos, que sin ser el no va más, la peli da para hora y media de lo más entretenida.

Ya le gustaría a X-Men Orígenes: Lobezno tener la mitad de gracia; por lo menos las escenas de acción no estaban mal, que es más de lo que Dragonball Evolution puede decir en su favor.

viernes, 1 de mayo de 2009

Inciso de muchas risas: las Series Resumidas

No, esto no cuenta como recuperación de una de las dos críticas que tengo a deber, porque la actualización de hoy no es una crítica: es la presentación de un descacharrante fenómeno internetero que asola el Youtube para regocijo de los otakus anglosajones: las Series Resumidas.

Las series resumidas son un fenómeno consistente en coger una obra de ficción (una serie de anime, a ser posible), editar cada capítulo hasta reducirlo a entre cinco y diez minutos (son las duraciones más frecuentes) y doblarlo en plan de cachondeo; es ir, en suma, un paso más allá del doblaje en coña de escenas de películas.

El pionero de este curioso género fue un británico llamado Martin Billany, que bajo el alias de LittleKuriboh se lanzó a hacer mofa y befa de YuGiOh mediante YuGiOh – The Abridged Series. Y este fue su primer episodio:

Lo que LittleKuriboh no sospechaba en aquel momento era que estaba creando un monstruo. Como es común en cuanto alguien tiene una idea genial, no tardaron en salirle émulos de debajo de las piedras. Los más llamativos de esta primera hornada fueron MasakoX y Vegeta3986, que eligieron mofarse otra popular serie con Naruto: The Abridged Series, y que tuvieron el honor de acoger un cameo de LittleKuriboh en éste, su primer episodio:

Poco a poco, empezaron a aparecer otros maestros, como Lanipator (Yu Yu Hakusho Abridged), o uno de mis favoritos personales: hbi2k, único en completar no una, sino dos series. La primera de todas, Berserk Abridged, una inmisericorde y afectuosa mofa de una de las series más sangrientas (y sorprendentemente profundas) que ha salido del País del Sol Naciente:

La segunda, Gantz Abridged, convierte una serie de acción existencialista y nihilista donde las haya en una comedia más negra que los cojones de un grillo:

Hbi2k es además, junto con otros muchos resumidores (entre ellos Lanipator, MasakoX, Vegeta3986 y KaiserNeko –Lupin III The Abridged Series), parte de TeamFourStar, un “dream team” que se ocupa de la serie que volvió loco a todo Occidente en los 90: Dragon Ball.

Mejor que la película ya es, aunque eso tampoco es demasiado difícil.

Y últimamente me he aficionado, por recomendación hbi2k, a la obra de Team Dattebayo, que tiene sus zarpas clavadas en la exitosa y sombría Death Note. Por desgracia, ahora parece que viven tiempos turbulentos, con el abandono de DirtyDan 88 (voz de Light) y el cáncer testicular que Gmazca (voz de Ryuk) dice sufrir, pero prometen volver con un nuevo miembro tarde o temprano.

¿Y en español? Bueno, aparte de versiones subtituladas de las series ya mencionadas (si lo vuestro no es el inglés, id al Llutúb y buscad “Abridged series español”), yo de momento he encontrado la creación de uno de los lectores de este, nuestro blog:

Claro que, para ser una serie, tendría que tener al menos otro capítulo… ¿VERDAD, GUIÑO-GUIÑO?

Pues eso, para que no os aburrais mientras esperais a la actualización del domingo. De nada, queridos lectores.