jueves, 26 de agosto de 2010

Pesadilla en Elm Street: el feliz reencuentro con los miedos de la niñez

El pasado 12 de agosto fue mi cumpleaños y, para mi propia sorpresa, ni me acordé hasta que vi en mi correo un par de mensajes de felicitación automatizados. Eso viene a demostrar que soy tan descuidado con esas fechas señaladas que puedo hasta olvidarme del aniversario de mi nacimiento con facilidad, lo que en cierta manera es un alivio: no me olvido de los cumpleaños de los demás porque no me importen ellos, sino porque esas fechas han dejado de importarme mucho en general.

Coincidiendo con su víspera, decidí hacer una visita a la gran pantalla para reencontrarme con uno de los grandes monstruos de mi juventud: Freddy Kruger, quien acaba de volver con un remake de su aparición original en celuloide. Sabía que la nueva película tenía altas probabilidades de decepcionarme, pero también sabía que TENÍA que verla aunque fuera para luego ponerla a bajar de un burro. Después de todo, fui capaz de ver Dragonball Evolution, y la reaparición de Freddy no podía ser peor ni aposta…

… ¿Verdad?

Nota: como no dejan meter cámaras en el cine, y la web de la peli no deja bajar fotos de su galería, las que ilustran esta critiquilla provienen de la página SOS Moviers. Visitadla, que p’a algo se gastan sus cuartos.

Dormir… Tal vez palmar

Para empezar, en mi vida he sido tan insensato como para leer los bodrios de Ayn Rand... y tampoco después de morirme.

¿Rorschach? No, me temo que me confundes con otra persona.

lunes, 2 de agosto de 2010

Feliz tercer aniversario con… Prince of Persia – Las Arenas del Tiempo

Anteayer, a estas horas, el blog cumplía su tercer año de existencia, y este post pretende celebrarlo. Espero que cuando lo leáis os encontréis disfrutando de la playa o piscina con buena salud. Yo tuve, a principios de julio, la repentina fortuna de conseguir un empleo por tres meses en un medio de comunicación local para servirles de refuerzo durante el verano; el sueldo es lo bastante bueno como para vivir, y el horario es algo más holgado que el de mi puesto previo, sin contar que me permite cotizar un mes más al paro y aumentar mi experiencia profesional. Cuestiones laborales aparte, sobrellevo los calores en Ciudad Real refugiándome en las tinieblas de mi habitación (y lo de tinieblas es porque mantengo la persiana bajada la mayor parte del tiempo) y saliendo sólo para hacer compras (sobre todo de comida), ir a mi nuevo empleo o visitar a los buenos amigos de Zona 84. O para ir a visitar a la familia en Santander, que es lo que estoy haciendo en el momento de escribir estas líneas.

Mi tiempo libre ha estado ocupado, además de por la expansión del Dragon Age (terminada hace poco), por mi asalto al Thief en nivel Difícil (ídem) y por el Mass Effect 2 (ídem de ídem), por lecturas de manga en la Red (ahora me he picado con Akumetsu) y de La espada de fuego de Javier Negrete, aunque un inesperado contratiempo me obligó a interrumpir esta última. Para lo que todavía no he encontrado tiempo es para volver a ir al cine, a pesar de que hay algunos titulillos que me interesa visionar.

La entrada de hoy tiene precisamente que ver con uno de los filmes actualmente en cartelera, Prince of Persia, pero porque trata de su inspiración: un juego aparecido en 2003, creado por Ubisoft con el fin de modernizar un título legendario de la década de los 80, conocido por todos los aficionados veteranos. ¿Que no sabéis de qué coño hablo? Dejad que os ponga en antecedentes en los siguientes párrafos…

Por contra, los que SÍ sepáis de qué hablo podéis saltar al siguiente ladillo y leer la sinopsis de Las Arenas del Tiempo. O bien podéis seguir leyendo para ver en qué puntos de la historia del juego original me equivoco y echármelo luego en cara en los comentarios, que hace tiempo que no se ven trolls por aquí.

El clásico de las mil y una conversiones

Y pese a los cambios, la de su revival en 2003 se podía resumir con las mismas palabras.

Salva a la animadora princesa, salva al mundo reino: esa era la trama original.