domingo, 20 de marzo de 2011

Mercenaries 2: el día que aprendí a no comprar los juegos nada más salir al mercado

Feliz mes de marzo, chicos y chicas, y espero que esta recta final del invierno os pille con buena salud. Yo sigo en busca de trabajo, pero permitiéndome algún que otro momento de esparcimiento, como mi visita anual a las Cromel (en las que, un año más, no pude participar en el rol en vivo), y manteniendo vivo un grupo de juego de rol. Lo curioso es que en estos últimos días no he tenido muchas ganas de jugar a nada, y eso que me pasé una semana con el ordenador en reparaciones (por mi propia culpa) y volviéndome loco por la carencia del mismo. Sospecho que la culpa es de la de juegos a los que ya he jugado y que todavía no he destripado en el blog.

Y hay uno de ellos sobre el que llevo tiempo queriendo advertiros. No, un momento, más bien NECESITO advertiros, o por lo menos compartir con vosotros el desagrado que me provocó. Si sois lectores habituales, recordaréis aquella vez en la que hablé de Dragon Age y dije que era de los pocos juegos que valía los 50 euros de su abusivo precio de lanzamiento; también recordaréis que dije algo parecido sobre su expansión, y que eso era más de lo que podía decir sobre otro juego que compré nada más salir a la venta, y del que prometía hablar próximamente. Pues bien, hoy es el día en el que a dicho juego le toca pasar por la piedra de amolar. Permitidme que os presente a Mercenaries 2: World in Flames, que tiene el dudoso honor de ser una de las secuelas más decepcionantes que he jugado nunca.

Aquellos tiempos en los que Pandemic todavía molaba

Sobre todo cuando los soldaditos enemigos son demasiado tontos para apartarse.

¿Quién necesita armas cuando tiene el parachoques delantero de un jeep?